El Parlamento queda clausurado sin conceder a Johnson un adelanto electoral

El Parlamento queda clausurado sin conceder a Johnson un adelanto electoral

El Parlamento británico ha iniciado el controvertido cierre de cinco semanas decretado por Boris Johnson tras haber reventado los planes del primer ministro para el Brexit, después de bloquear hasta en dos ocasiones su deseo de convocar elecciones y con el envenenado regalo de despedida del presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, que anunció ayer que abandonaría el cargo el 31 de octubre, garantizando así que su relevo lo resolverán los actuales protagonistas de Westminster, mayoritariamente eurófilos.

La suspensión del Legislativo hasta el 14 de octubre ofrece al maltrecho liderazgo de Johnson un margen de respiro para reconstruir su estrategia, alejado del escrutinio parlamentario y brindándole la oportunidad de lanzarse a una campaña electoral oficiosa.

La Cámara de los Comunes ha vuelto a rechazar este martes la moción presentada por el Gobierno del primer ministro, Boris Johnson, para solicitar la convocatoria de elecciones anticipadas el próximo 15 de octubre.

Para que el plan de Johnson saliese adelante era necesario que al menos 434 diputados -dos terceras partes de la cámara- votasen a favor. Sin embargo, la moción se ha saldado con 293 votos a favor y 46 en contra, un escenario marcado por la abstención de gran parte de los legisladores.
La cita con las urnas, en cualquier caso, resultará inevitable antes de final de año, dada la parálisis del Brexit, la guerra abierta entre el Número 10 y Westminster y la ingobernable artimética parlamentaria, notablemente agravada desde la llegada de Johnson al poder. De ahí que este prevea dedicar las próximas semanas a promover una ofensiva presidencialista con la que pretende consolidar la narrativa de que solo él garantiza la materialización de la voluntad popular, expresada en el referéndum de 2016. Siguiendo esta dialéctica trazada por su círculo más estrecho, sus oponentes, mientras, buscan revertir el resultado del plebiscito, una acusación que los asesores del primer ministro esperan que cristalice en unos comicios que prevén plantear como el Pueblo contra el Parlamento.

Antes, Johnson tendrá que resolver el principal problema de su mandato: qué hacer con la obligación que tiene por ley de pedir una demora del Brexit el 19 de octubre, justo después del Consejo Europeo en el que se lo jugará todo. Downing Street insiste en que no la solicitará. La apuesta es cerrar sí o sí un acuerdo con la UE, de lo contrario sería un “fracaso”.

Será ahí donde el conflicto constitucional desemboque en un campo de batalla que podría acabar en los tribunales, si Johnson se atreve a desafiar la normativa, o con el premier fuera del Número 10 a su pesar, para ahorrarse el escarnio de incumplir el Brexit del 31 de octubre.



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